“Mi voz y mi opinión son importantes”
“Mi voz y mi opinión son importantes”
No he repetido esta frase por error, he querido escribirla dos veces para que la leas de nuevo, y lo hagas tantas veces como necesites.
Hasta que alguien me dijo esas palabras una vez, “tu voz y tu opinión son importantes”, no me había dado cuenta de las veces que me había callado y no había dicho lo que pensaba por miedo a que no gustara, de las veces que no había dicho mi opinión por creer que no era importante, o creer que la de los demás era más importante que la mía.
Empecé a prestar atención en qué situaciones me pasaba, y como lo vivía. Descubrí que me sentía pequeñita, y después con mi círculo de confianza me llovían las ideas y las palabras, y me daba rabia no haberlo dicho antes. Mi valor lo buscaba en la aprobación de los demás. Para mí era más fácil “unirme” a una opinión o callar, que mostrar la mía y que fuera diferente del resto, y esa era mi ganancia, ser aprobada.
En este juego solo había un perdedor, yo misma. Mi forma de ser complaciente empezaba a tener costos… me llevaba a desconectarme de mi y de mi esencia.
Darme cuenta me permitió hacerme cargo de ello, declarar que mi voz y mi opinión son importantes, y pasar a la acción…
Uno de los costos mayores de vivir en complacencia es terminar viviendo la vida de otros y no la tuya. La necesidad de aprobación nos resta autenticidad.
Te dejo estas preguntas para tu reflexión:
Y tú, ¿estás viviendo tu vida o sientes que vives la de otros?
¿Qué sientes qué pierdes por complacer a los demás?
¿En qué situaciones te cuesta más poner tu voz y tu opinión?